lunes, 22 de agosto de 2011

Encontronazos a las cuatro de la mañana.

- Vigila por si viene alguien.
Y me asomé a la calle más transitada. Eran las cuatro de la mañana, estábamos de fiesta y no había ni un maldito baño a muchos cientos de metros a la redonda. La verdad es que yo no iba a mear en la calle, no me gustaba, pero mi prima, tras tantos cubatas, no podía aguantar más. Así que allí estaba en una especie de callejón mirando si alguien venía. Y sí, calle abajo venían tres personas, parecían una pareja y el sujeta velas, el cual no paraba de ir de un lado a otro. ¡Que borracho debería estar!
- Vienen tres personas - dije sin girarme, quería darle intimidad.
- Distráelos.
- ¡¿Qué?! Estás loca, no sé quiénes son.
- ¡Vamos!
Volví a mirarlos y reconocí a quien iba más bebido. Se me puso la piel de gallina. Me acerqué a él y bendije mi inteligencia por no haberme puesto tacones, ya que me habría caído nada más verle. Llevaba un año desaparecida para él, espero que no le diera por preguntar.
- Hola - me saludó.
No podía creerme que me hubiera reconocido a tanta distancia con lo ciego de alcohol que iba. Caminé hasta su posición, dando así más tiempo a mi prima a que meara.
- Hola - le imité
Su cabeza se movió un poco y no estaba segura si lo que ocurría es que se preguntaba si darme dos besos o simplemente era que su equilibrio no le estaba jugando una buena pasada. Tomé la iniciativa y le di dos besos.
- ¿Qué tal?
- Bien, ¿y tú?
- Todo bien, gracias - le sonreí
- Iba a... Mi casa.
Señaló el callejón. Genial. Mi prima estaba meando en la calle de su casa. Que ironía. Quería verle de nuevo, pero no en esa situación.
- Ah, vale.
- ¿Querías algo más?
Espero que no tratara de insinuar que estaba esperándole casi en la puerta de su casa, ni siquiera sabía que vivía allí.
- ¿Yo? Que va.
- Pues entonces voy para allá.
Él, junto a sus dos amigos, dieron un paso.
- Verás, es que... - estando nerviosa era difícil improvisar - ¿Qué tal las fiestas? Yo es que vine ayer y claro, me las he perdido en su mayoría.
- Pues han estado bien, sí.
- Entonces genial y...
Apareció mi prima. La fulminé con la mirada. Maldita ella y sus ganas tan largas de mear.
- Adiós - me despedí.
Y salí de esa situación tan peculiar, rápidamente. Esperaba que al día siguiente no recordara nada.

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