lunes, 29 de agosto de 2011

Lamb. (Christopher Moore)

Joshua estaba contando el dinero que quedaba en el monedero de cuero.
-Está todo lo que trajimos.
-Bien.
-No, no está bien. Llevamos aquí seis años, Colleja. Este dinero debería haberse duplicado o triplicado en todo este tiempo.
-¿Cómo? ¿Por arte de magia?
-No, deberíamos haberlo invertido. -Se giró y clavó la vista en el portón-. Qué tontos sois, cabrones. Tal vez debierais dedicar menos tiempo a estudiar el modo de sacudiros unos a los otros y más a administrar vuestro dinero.
-¿Amor espontáneo? -apunté yo.
-Sí. Gaspar tampoco lo alcanzará nunca. Por eso han matado al yeti, eso lo sabes, ¿no?
-¿Quién?
-La gente de la montaña. Han matado al yeti porque no podían soportar que existiera una criatura que no fuera tan mala como ellos.
-¿La gente de la montaña era mala?
-Todos los hombres son malos, de eso era de lo que le hablaba a mi padre.
-¿Y qué te dijo él?
-"Que se jodan."
-¿De veras?
-Sí.
-Al menos te respondió.
-Tengo la sensación de que ahora cree que ese es mi problema.
-Me pregunto por qué no lo grabaría a fuego en una de las tablas: "Mira, Moisés, aquí están los diez mandamientos, y ahí te mando uno más que dice así: Que se jodan".
-Él no pone esa voz.
-Para casos de emergencia - añadí, prosiguiendo con mi perfecta imitación de la voz divina.

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