miércoles, 19 de octubre de 2011

Codiciado aguacero.

La lluvia otoñal calaba mis huesos. Paseaba observando cómo la gente se resguardaba del agua mientras yo la buscaba, ansiando su tacto. Oh, lluvia. Cuanto la añoraba. Solo podría haber mejorado ese momento si hubiera tenido una montaña de hojas secas con las que jugar, aunque pensándolo mejor, sería una idea atrevida contando que era tan patosa que seguramente resbalaría y caería al suelo. Caerme no era de mi agrado. Le sonreí al cielo, agradeciéndole tal tiempo, tras un verano pegajoso y caluroso llevaba mucho tiempo deseando mojarme, levantar la cabeza y dejar que esas gotas mojaran mi rostro. Una sensación única. Me llenaba de vida, explotando mis cinco sentidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario