domingo, 9 de octubre de 2011

Sencillo, elemental y natural.

Una mirada de complicidad, una sonrisa que elimina una lágrima, un abrazo inesperado, una risa contagiosa, un beso robado... Aquello que vemos tan común y que a veces pasa desapercibido es lo que hace levantarme cada mañana sintiendo unas ganas tremendas de comerme el mundo.

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